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WhatsApp como herramienta para el acceso a la educación
Maximino López Gómez, colaboración para la Facultad de Comunicación y Lenguaje
La falta de tecnología robusta, la desigualdad y el desconocimiento hicieron que para muchos estudiantes en zonas rurales continuar con su educación en la virtualidad, durante la pandemia, pareciera un imposible. Pero sus docentes aprendieron nuevos formatos, sortearon obstáculos e involucraron a padres e hijos para lograrlo. ¿Cómo lo hicieron?
La pandemia del COVID-19 llegó sorpresivamente a Colombia en 2020 y provocó una serie de traumatismos en casi todos los aspectos de la vida social, política, económica y académica. Con un cúmulo de información confusa sobre el virus y con ninguna experiencia conocida de cómo enfrentarlo o cómo hacerle el quite para no terminar contagiados, nos vimos obligados a poner en pausa muchas de las actividades de la vida diaria como el trabajo, la educación, la vida social y hasta la salud, entre otros. Por ello, fue necesario reacomodarnos y reinventarnos en una nueva normalidad inminente para la cual no estábamos preparados.
Sin lugar a duda, el sector educativo no fue ajeno a ello y terminó siendo uno de los más afectados y golpeados en todos los sentidos, a causa del confinamiento al cual nos vimos abocados entre 2020 y 2021. La falta de una infraestructura tecnológica robusta que pudiera soportar la virtualización del aprendizaje en un país altamente desigual agudizó aún más la problemática que ponía en jaque la posibilidad de suplir de manera inmediata las necesidades educativas de la población, en especial aquella de menores recursos, que se encuentra ubicada en zonas donde es muy limitado o nulo el acceso a internet. Esto terminó frenando en seco los procesos de formación y aprendizaje de millones de estudiantes de todas las edades.
En palabras de algunos docentes, las primeras semanas del confinamiento fueron críticas, pues no contaban con los recursos técnicos y tecnológicos; además, desconocían cómo ponerse, adecuadamente, en contacto con sus estudiantes para seguir dictando las clases o brindando el acompañamiento requerido. De esta manera, se vieron obligados a convertir cada uno de los espacios de su hogar en un salón de clases para seguir trabajando con sus alumnos. Todo esto, sumado a las dificultades que tenían que enfrentar muchas familias, para lograr que los niños pudiesen acceder a los procesos de formación con los recursos disponibles.
Por lo anterior, se dio la necesidad de rediseñar los proyectos pedagógicos, y también las formas de llegar a los estudiantes de manera clara, precisa y, además, amigable; los estudiantes ya no estaban en el aula de clases, sino que cada uno de ellos, al igual que su docente, se encontraba desde su casa, el mismo espacio del hogar que compartía con su familia. Era necesario dinamizar los procesos formativos que, de ahora en adelante, se debían impartir a través de la tecnología y para ello hicieron uso de lugares comunes como el cuarto, la sala, el jardín, la terraza, etc., para el desarrollo de las actividades del jardín, la escuela o el colegio y así evitar la monotonía y el encierro.
La virtualización de la educación ya no era una opción, era una obligación. Algunos afortunados contaban con los recursos y la infraestructura técnica y tecnológica para lograrlo. Esta porción de privilegiados tuvo ventaja, pero muchos otros no contaron con la misma suerte, sus condiciones particulares como la vida rural o en las periferias y la falta de recursos también llamaron para recordarnos que los estándares educativos dictados por el Gobierno central no se cumplen de la misma forma en las diferentes regiones del país. De esta manera, muchos docentes sintieron el llamado a continuar con los procesos de inclusión educativa y social. Ello, mediante la puesta en marcha de iniciativas y «estrategias pedagógicas en entornos virtuales» (Moreno, Ochoa, Mutter y Vargas, 2021), para que muchos estudiantes y padres de familia de diferentes instituciones educativas de Colombia lograran seguir adelante con la formación académica y el acompañamiento, a través de la virtualidad y así mantener el contacto para avanzar en el desarrollo de proyectos de aprendizaje en tiempos de COVID-19.
En esta medida, las preguntas que muchos docentes del país se hicieron al unísono estuvieron relacionadas con: ¿cómo llegar a los estudiantes y a sus familias?, ¿cómo continuar los procesos de formación y acompañamiento desde la distancia, mediante una virtualidad precaria y casi inexistente?, ¿cómo reinventarse?, ¿cómo motivar tanto a padres como a estudiantes a participar, a seguirse formando? Según algunos reportes de prensa y artículos de investigación, los docentes del país se vieron obligados a transformar muchas de las actividades académicas previamente planeadas bajo unos parámetros de presencialidad cotidiana. A medida que avanzaban los efectos de la pandemia, la posibilidad de regresar al aula de clases era cada vez más lejana.
Claramente, muchos docentes sintieron y tomaron como propio ese llamado a redescubrirse y a poner en marcha metodologías nuevas que jamás se imaginaron implementar con sus estudiantes. Pero estaba latente el: cómo, con qué y de qué forma lograrlo. El hecho de no poder asistir al hogar infantil, la escuela o el colegio, los motivó a buscar herramientas y aplicaciones tecnológicas adecuadas que facilitaran a los estudiantes continuar educándose, sin generar mayores traumatismos, gastos o requerimientos técnicos y tecnológicos que la gran mayoría de las familias no podría suplir por el momento.
En este sentido, muchos de los docentes, especialmente aquellos que laboran en instituciones públicas y en lugares donde la población no contaba con los medios adecuados para conectarse a una clase virtual (Zamora, 2021), tuvieron que buscar mecanismos no convencionales para mantener la comunicación con las familias, que fuesen fáciles de usar, seguros y además de bajo costo. Mientras tanto, el Ministerio de Educación Nacional (MEN) se dio a la tarea de crear unos «Lineamientos para la prestación del servicio de educación en casa y en presencialidad bajo el esquema de alternancia y la implementación de prácticas de bioseguridad en la comunidad educativa» (MEN, 2020), con el fin de asegurar la educación virtual para los niños del país.
Sin embargo, en vista de que muchos padres y estudiantes no podían tener acceso a la educación de forma virtual, por desconocimiento, falta de implementos u otras razones, surgió la idea de utilizar WhatsApp como una buena alternativa para mantener la comunicación con los padres y estudiantes. Pues, como mencionan Ahad y Lim (citados en Guiñez-Cabrera y Mansilla-Obando, 2021), WhatsApp apareció como una herramienta, de «bajo costo y facilidad de uso», que ya estaba instalada en los equipos que poseían las familias.
WhatsApp les ofreció a los docentes «posibilidades para enviar y compartir fotografías, documentos, videos y enlaces» (López, 2020, párr. 7) que ayudaban a superar un poco el obstáculo de la carencia de recursos al interior de la familia y aseguraban el contacto y la continuidad de los procesos educativos y de acompañamiento. Para los docentes era claro que casi todas las familias poseían algún tipo de celular con la aplicación de WhatsApp instalada y funcionando. Sumado a eso, existía la posibilidad de utilizar la aplicación web, directamente desde el computador, como mecanismo de comunicación interpersonal y así facilitar los procesos de aprendizaje (Guiñez-Cabrera y Mansilla-Obando, 2021). Este parecía un problema resuelto, porque solo bastaba con enviar por este medio todas las planeaciones, los trabajos y tareas que los estudiantes debían resolver en compañía de sus padres o familiares.
Sin embargo, con el paso de los días y las semanas, al ver que pocos estudiantes enviaban evidencias de los trabajos o actividades desarrolladas de forma correcta, los docentes comenzaron a indagar en las familias sobre las razones por las cuales estos no hacían llegar evidencia del trabajo realizado. Se encontraron con respuestas como: «Profe, no puedo descargar el archivo que usted me envió», «profe, no he podido realizar el trabajo porque me pide descargar una aplicación», «profe, no sé cómo crear un PDF», «no sé cómo escanear la tarea con la cámara del celular», «profe, mi celular no me deja guardar los archivos que usted me envía», entre muchos otros inconvenientes.
Entonces, aparte de que el docente tuvo que aprender a utilizar WhatsApp, ya no solo como una aplicación de mensajería instantánea que le servía para comunicarse, sino como una herramienta para desarrollar los procesos educativos con sus alumnos, también tuvo otra tarea adicional: enseñar a los papás cómo usar la aplicación. Así pues, el docente tuvo que dinamizar su portafolio para transmitir el conocimiento de las diferentes asignaturas que impartía en la cotidianidad. Por un lado, convertirse en una especie de youtuber o podcaster y, por otro lado, aprender de tecnología, aplicaciones, fotografía, entre otras, para enseñar a las familias y que finalmente tuvieran las habilidades necesarias para entregar los trabajos y tareas de los estudiantes. De esta manera, se les facilitaba a los padres de familia la opción de hacer «seguimiento[s] más continuos y de manera más inmediata a los procesos educativos» (Lozano, 2021, párr. 12) de sus hijos en estas nuevas circunstancias de virtualización educativa.
Así fue como los docentes, especialmente de las áreas rurales, se dieron cuenta de que «WhatsApp puede mejorar los resultados de enseñanza-aprendizaje cuando se conjuga con una guía bien diseñada, flexibilidad curricular, motivación, interés, acompañamiento del padre de familia» (Acosta, Ordóñez y Oviedo, 2022, párr. 22). De esta manera, terminaron haciendo videotutoriales y audios, que jamás imaginaron hacer, y compartiendo pequeños videos con los papás para que aprendieran a tomar una fotografía del cuaderno de apuntes, a descargar un PDF con las guías e instrucciones del trabajo a realizar, crear un PDF con las respuestas de las guías, escanear con el celular, hacer capturas de pantalla y poner filtros a las fotografías, entre otras acciones. Aquí se puso a prueba la capacidad de reinvención y aprendizaje continuo, no solo del docente, sino también de los padres de familia, en especial de aquellos cuyos hijos estaban en etapa inicial o de primaria.
En esta medida y dado el panorama en el cual se desarrollaron los procesos de formación académica en los tiempos de la pandemia del COVID-19, decidimos indagar un poco más sobre las experiencias y aprendizajes particulares de los docentes en Colombia. Para ello, hablamos con las maestras Leidy Ordoñez, Luz López y Angie Mendoza, quienes nos contaron cómo lograron adecuar su proyecto pedagógico a través de la aplicación de WhatsApp y así sortear todas las dificultades que se les presentaron en estos tiempos tan complicados.
Gracias a estas conversaciones, en la Plataforma Abierta de Ciudadanías Digitales recogimos algunos tips y recomendaciones para manejar grupos de aprendizaje por WhatsApp, que se pueden ver en esta infografía; y elaboramos un podcast en el que se puede recorrer la experiencia de estas profesoras a lo largo de la pandemia y sus soluciones tecnológicas.
Referencias:
Acosta-Acosta, G. A., Ordóñez-López, I. del P., Oviedo-Melo, J. S. (2021). El WhatsApp como instrumento de enseñanza-aprendizaje en la educación rural. panorama, 16(30). https://doi.org/10.15765/pnrm.v16i30.3072
Guiñez-Cabrera, N. A. y Mansilla-Obando, K. (2021). WhatsApp Web con fines académicos en tiempos de la COVID-19. Apertura (Guadalajara, Jal.), 13(2) pp. 54-69. https://doi.org/10.32870/Ap.v13n2.2084
López Ornelas, M. (2020, noviembre 21). Usos del WhatsApp en el ámbito educativo derivados por la COVID-19. Educación Futura Periódico de interés público. https://www.educacionfutura.org/usos-del-whatsapp-en-el-ambito-educativo-derivados-por-la-COVID19/
Lozano, L. S. (2021, marzo 07). La pandemia 'virtualizó' la educación: lo bueno y lo malo de esta modalidad. El País (Cali). https://www.elpais.com.co/educacion/la-pandemia-virtualizo-la-lo-bueno-y-lo-malo-de-esta-modalidad.html
Ministerio de Educación Nacional (MEN). (2020, junio). Lineamientos para la prestación del servicio de educación en casa y en presencialidad bajo el esquema de alternancia y la implementación de prácticas de bioseguridad en la comunidad educativa. https://www.mineducacion.gov.co/1759/articles-399094_recurso_1.pdf
Moreno Garay, F, O., Ochola Tataje, F. A., Mutter Cuellar F. J. y Vargas de Olgado E. C. (2021). Estrategias pedagógicas en entornos virtuales de aprendizaje en tiempos de pandemia por COVID-19. Revista de Ciencias Sociales, Universidad del Zulia, XXVII(4), pp. 202-213, 2021. https://www.redalyc.org/journal/280/28069360015/html/
Zamora Quiroga, D. (2021, marzo 25). A un año de clases por WhatsApp: ¿cuáles han sido los retos según profesores y rectores? Revista Pesquisa, Pontificia Universidad Javeriana. Recuperado de https://www.javeriana.edu.co/pesquisa/a-un-ano-de-clases-por-whatsapp-cuales-han-sido-los-retos-segun-profesores-y-rectores/
Sin lugar a duda, el sector educativo no fue ajeno a ello y terminó siendo uno de los más afectados y golpeados en todos los sentidos, a causa del confinamiento al cual nos vimos abocados entre 2020 y 2021. La falta de una infraestructura tecnológica robusta que pudiera soportar la virtualización del aprendizaje en un país altamente desigual agudizó aún más la problemática que ponía en jaque la posibilidad de suplir de manera inmediata las necesidades educativas de la población, en especial aquella de menores recursos, que se encuentra ubicada en zonas donde es muy limitado o nulo el acceso a internet. Esto terminó frenando en seco los procesos de formación y aprendizaje de millones de estudiantes de todas las edades.
En palabras de algunos docentes, las primeras semanas del confinamiento fueron críticas, pues no contaban con los recursos técnicos y tecnológicos; además, desconocían cómo ponerse, adecuadamente, en contacto con sus estudiantes para seguir dictando las clases o brindando el acompañamiento requerido. De esta manera, se vieron obligados a convertir cada uno de los espacios de su hogar en un salón de clases para seguir trabajando con sus alumnos. Todo esto, sumado a las dificultades que tenían que enfrentar muchas familias, para lograr que los niños pudiesen acceder a los procesos de formación con los recursos disponibles.
Por lo anterior, se dio la necesidad de rediseñar los proyectos pedagógicos, y también las formas de llegar a los estudiantes de manera clara, precisa y, además, amigable; los estudiantes ya no estaban en el aula de clases, sino que cada uno de ellos, al igual que su docente, se encontraba desde su casa, el mismo espacio del hogar que compartía con su familia. Era necesario dinamizar los procesos formativos que, de ahora en adelante, se debían impartir a través de la tecnología y para ello hicieron uso de lugares comunes como el cuarto, la sala, el jardín, la terraza, etc., para el desarrollo de las actividades del jardín, la escuela o el colegio y así evitar la monotonía y el encierro.
Un reto más allá de la salud y la educación
La virtualización de la educación ya no era una opción, era una obligación. Algunos afortunados contaban con los recursos y la infraestructura técnica y tecnológica para lograrlo. Esta porción de privilegiados tuvo ventaja, pero muchos otros no contaron con la misma suerte, sus condiciones particulares como la vida rural o en las periferias y la falta de recursos también llamaron para recordarnos que los estándares educativos dictados por el Gobierno central no se cumplen de la misma forma en las diferentes regiones del país. De esta manera, muchos docentes sintieron el llamado a continuar con los procesos de inclusión educativa y social. Ello, mediante la puesta en marcha de iniciativas y «estrategias pedagógicas en entornos virtuales» (Moreno, Ochoa, Mutter y Vargas, 2021), para que muchos estudiantes y padres de familia de diferentes instituciones educativas de Colombia lograran seguir adelante con la formación académica y el acompañamiento, a través de la virtualidad y así mantener el contacto para avanzar en el desarrollo de proyectos de aprendizaje en tiempos de COVID-19.
En esta medida, las preguntas que muchos docentes del país se hicieron al unísono estuvieron relacionadas con: ¿cómo llegar a los estudiantes y a sus familias?, ¿cómo continuar los procesos de formación y acompañamiento desde la distancia, mediante una virtualidad precaria y casi inexistente?, ¿cómo reinventarse?, ¿cómo motivar tanto a padres como a estudiantes a participar, a seguirse formando? Según algunos reportes de prensa y artículos de investigación, los docentes del país se vieron obligados a transformar muchas de las actividades académicas previamente planeadas bajo unos parámetros de presencialidad cotidiana. A medida que avanzaban los efectos de la pandemia, la posibilidad de regresar al aula de clases era cada vez más lejana.
Claramente, muchos docentes sintieron y tomaron como propio ese llamado a redescubrirse y a poner en marcha metodologías nuevas que jamás se imaginaron implementar con sus estudiantes. Pero estaba latente el: cómo, con qué y de qué forma lograrlo. El hecho de no poder asistir al hogar infantil, la escuela o el colegio, los motivó a buscar herramientas y aplicaciones tecnológicas adecuadas que facilitaran a los estudiantes continuar educándose, sin generar mayores traumatismos, gastos o requerimientos técnicos y tecnológicos que la gran mayoría de las familias no podría suplir por el momento.
En este sentido, muchos de los docentes, especialmente aquellos que laboran en instituciones públicas y en lugares donde la población no contaba con los medios adecuados para conectarse a una clase virtual (Zamora, 2021), tuvieron que buscar mecanismos no convencionales para mantener la comunicación con las familias, que fuesen fáciles de usar, seguros y además de bajo costo. Mientras tanto, el Ministerio de Educación Nacional (MEN) se dio a la tarea de crear unos «Lineamientos para la prestación del servicio de educación en casa y en presencialidad bajo el esquema de alternancia y la implementación de prácticas de bioseguridad en la comunidad educativa» (MEN, 2020), con el fin de asegurar la educación virtual para los niños del país.
Sin embargo, en vista de que muchos padres y estudiantes no podían tener acceso a la educación de forma virtual, por desconocimiento, falta de implementos u otras razones, surgió la idea de utilizar WhatsApp como una buena alternativa para mantener la comunicación con los padres y estudiantes. Pues, como mencionan Ahad y Lim (citados en Guiñez-Cabrera y Mansilla-Obando, 2021), WhatsApp apareció como una herramienta, de «bajo costo y facilidad de uso», que ya estaba instalada en los equipos que poseían las familias.
WhatsApp les ofreció a los docentes «posibilidades para enviar y compartir fotografías, documentos, videos y enlaces» (López, 2020, párr. 7) que ayudaban a superar un poco el obstáculo de la carencia de recursos al interior de la familia y aseguraban el contacto y la continuidad de los procesos educativos y de acompañamiento. Para los docentes era claro que casi todas las familias poseían algún tipo de celular con la aplicación de WhatsApp instalada y funcionando. Sumado a eso, existía la posibilidad de utilizar la aplicación web, directamente desde el computador, como mecanismo de comunicación interpersonal y así facilitar los procesos de aprendizaje (Guiñez-Cabrera y Mansilla-Obando, 2021). Este parecía un problema resuelto, porque solo bastaba con enviar por este medio todas las planeaciones, los trabajos y tareas que los estudiantes debían resolver en compañía de sus padres o familiares.
Maestros en múltiples ámbitos
Sin embargo, con el paso de los días y las semanas, al ver que pocos estudiantes enviaban evidencias de los trabajos o actividades desarrolladas de forma correcta, los docentes comenzaron a indagar en las familias sobre las razones por las cuales estos no hacían llegar evidencia del trabajo realizado. Se encontraron con respuestas como: «Profe, no puedo descargar el archivo que usted me envió», «profe, no he podido realizar el trabajo porque me pide descargar una aplicación», «profe, no sé cómo crear un PDF», «no sé cómo escanear la tarea con la cámara del celular», «profe, mi celular no me deja guardar los archivos que usted me envía», entre muchos otros inconvenientes.
Entonces, aparte de que el docente tuvo que aprender a utilizar WhatsApp, ya no solo como una aplicación de mensajería instantánea que le servía para comunicarse, sino como una herramienta para desarrollar los procesos educativos con sus alumnos, también tuvo otra tarea adicional: enseñar a los papás cómo usar la aplicación. Así pues, el docente tuvo que dinamizar su portafolio para transmitir el conocimiento de las diferentes asignaturas que impartía en la cotidianidad. Por un lado, convertirse en una especie de youtuber o podcaster y, por otro lado, aprender de tecnología, aplicaciones, fotografía, entre otras, para enseñar a las familias y que finalmente tuvieran las habilidades necesarias para entregar los trabajos y tareas de los estudiantes. De esta manera, se les facilitaba a los padres de familia la opción de hacer «seguimiento[s] más continuos y de manera más inmediata a los procesos educativos» (Lozano, 2021, párr. 12) de sus hijos en estas nuevas circunstancias de virtualización educativa.
Así fue como los docentes, especialmente de las áreas rurales, se dieron cuenta de que «WhatsApp puede mejorar los resultados de enseñanza-aprendizaje cuando se conjuga con una guía bien diseñada, flexibilidad curricular, motivación, interés, acompañamiento del padre de familia» (Acosta, Ordóñez y Oviedo, 2022, párr. 22). De esta manera, terminaron haciendo videotutoriales y audios, que jamás imaginaron hacer, y compartiendo pequeños videos con los papás para que aprendieran a tomar una fotografía del cuaderno de apuntes, a descargar un PDF con las guías e instrucciones del trabajo a realizar, crear un PDF con las respuestas de las guías, escanear con el celular, hacer capturas de pantalla y poner filtros a las fotografías, entre otras acciones. Aquí se puso a prueba la capacidad de reinvención y aprendizaje continuo, no solo del docente, sino también de los padres de familia, en especial de aquellos cuyos hijos estaban en etapa inicial o de primaria.
En esta medida y dado el panorama en el cual se desarrollaron los procesos de formación académica en los tiempos de la pandemia del COVID-19, decidimos indagar un poco más sobre las experiencias y aprendizajes particulares de los docentes en Colombia. Para ello, hablamos con las maestras Leidy Ordoñez, Luz López y Angie Mendoza, quienes nos contaron cómo lograron adecuar su proyecto pedagógico a través de la aplicación de WhatsApp y así sortear todas las dificultades que se les presentaron en estos tiempos tan complicados.
Gracias a estas conversaciones, en la Plataforma Abierta de Ciudadanías Digitales recogimos algunos tips y recomendaciones para manejar grupos de aprendizaje por WhatsApp, que se pueden ver en esta infografía; y elaboramos un podcast en el que se puede recorrer la experiencia de estas profesoras a lo largo de la pandemia y sus soluciones tecnológicas.
Referencias:
Acosta-Acosta, G. A., Ordóñez-López, I. del P., Oviedo-Melo, J. S. (2021). El WhatsApp como instrumento de enseñanza-aprendizaje en la educación rural. panorama, 16(30). https://doi.org/10.15765/pnrm.v16i30.3072
Guiñez-Cabrera, N. A. y Mansilla-Obando, K. (2021). WhatsApp Web con fines académicos en tiempos de la COVID-19. Apertura (Guadalajara, Jal.), 13(2) pp. 54-69. https://doi.org/10.32870/Ap.v13n2.2084
López Ornelas, M. (2020, noviembre 21). Usos del WhatsApp en el ámbito educativo derivados por la COVID-19. Educación Futura Periódico de interés público. https://www.educacionfutura.org/usos-del-whatsapp-en-el-ambito-educativo-derivados-por-la-COVID19/
Lozano, L. S. (2021, marzo 07). La pandemia 'virtualizó' la educación: lo bueno y lo malo de esta modalidad. El País (Cali). https://www.elpais.com.co/educacion/la-pandemia-virtualizo-la-lo-bueno-y-lo-malo-de-esta-modalidad.html
Ministerio de Educación Nacional (MEN). (2020, junio). Lineamientos para la prestación del servicio de educación en casa y en presencialidad bajo el esquema de alternancia y la implementación de prácticas de bioseguridad en la comunidad educativa. https://www.mineducacion.gov.co/1759/articles-399094_recurso_1.pdf
Moreno Garay, F, O., Ochola Tataje, F. A., Mutter Cuellar F. J. y Vargas de Olgado E. C. (2021). Estrategias pedagógicas en entornos virtuales de aprendizaje en tiempos de pandemia por COVID-19. Revista de Ciencias Sociales, Universidad del Zulia, XXVII(4), pp. 202-213, 2021. https://www.redalyc.org/journal/280/28069360015/html/
Zamora Quiroga, D. (2021, marzo 25). A un año de clases por WhatsApp: ¿cuáles han sido los retos según profesores y rectores? Revista Pesquisa, Pontificia Universidad Javeriana. Recuperado de https://www.javeriana.edu.co/pesquisa/a-un-ano-de-clases-por-whatsapp-cuales-han-sido-los-retos-segun-profesores-y-rectores/
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