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El ágora digital: deliberación y democracia en la era de las redes sociales

Frank Humberto Mesa Benavides, colaboración para la Facultad de Ciencias Jurídicas

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Los entornos digitales, como las redes sociales, han abierto nuevos espacios que permiten a las sociedades interactuar, comunicarse e intercambiar ideas de una manera ágil, sencilla e inmediata. Sin embargo, ¿eso las hace escenarios adecuados para la deliberación democrática?

Gobernanza digital, la deliberación como componente esencial en la democracia 

La Pontifica Universidad Javeriana tiene como propósito facilitar los procesos de reconciliación de la sociedad colombiana. Por ello, a través de las facultades de Medicina y Comunicación Social, se creó el observatorio de Comunicarnos sin daño, con el propósito de brindar a la sociedad una herramienta eficaz, democrática e ilustrativa, que conduzca a evitar la revictimización, a fomentar la memoria colectiva y a promover la convivencia y la salud mental de los colombianos[1].   

A partir de 2019, uno de los propósitos del Observatorio ha sido analizar el comportamiento de las esferas públicas donde transitamos los medios de comunicación, actores políticos y usuarios en las redes sociales. Para hacerlo, utilizó diversos instrumentos de análisis que aplicó a publicaciones en medios de comunicación, relatos digitales (en redes sociales como Twitter, principalmente) y relatos de vida (entrevistas hechas a líderes comunitarios). El observatorio ha analizado estos contenidos en relación con tres acontecimientos importantes para Colombia: el acuerdo final para la terminación y la construcción de una paz estable y duradera (2019), la pandemia ocasionada por el COVID-19 y el paro nacional (2021). 

María Paulina Santacruz Salazar realizó un trabajo de investigación para la facultad de Derecho titulado: El Ágora digital: deliberación y democracia en la era de las redes sociales [2] (2021). Su tesis parte en afirmar que el estado actual de las redes sociales no permite la deliberación entre ciudadanos y, en consecuencia, obstaculiza la adopción válida de decisiones colectivas; esto debilita el funcionamiento de la democracia colombiana. Para confirmar lo anterior, expone que las discusiones surgidas en el ágora digital han modificado de forma vertiginosa la vida de las personas y han generado cambios profundos en materia de acceso y difusión de información (Santacruz, 2021, págs. 3, 51). Sin embargo, explica que el impacto de la información que proviene de la Web en las sociedades se desarrolló en dos etapas. En la primera, el acceso a la información, por parte de los ciudadanos, devenía de los medios masivos de comunicación, donde los dueños de los contenidos son los medios de comunicación tradicional (Web 1.0). En la segunda, se potencia, además del acceso a la información, el uso de las redes sociales (Web 2.0); allí los usuarios interactúan libremente sin la necesidad de tener contacto con el propietario de la plataforma. Para la autora, esta estructura modificó por completo las características del flujo de la información en la sociedad, al hacer que cualquier ciudadano se convirtiera en generador de contenido, ocupando el lugar que históricamente había pertenecido a medios tradicionales (Paulina, 2021, pág. 50). 

Para entender este fenómeno, Santacruz trae una definición del concepto de deliberación, indicando que aquella puede ser entendida como la resolución de una cuestión determinada a través de la reflexión y ponderación de argumentos relevantes (Paulina, 2021, pág. 2). En otras palabras, someter las diferencias al debate público es lo que permite evaluar si la toma de decisiones en asuntos de esta naturaleza es lo más conveniente para la sociedad, siendo este un componente esencial de la democracia que heredamos desde la Grecia clásica. 

Según diversos autores, un sistema de gobierno puede ser considerado democrático si cumple unas reglas de juego relativas al procedimiento en la toma de decisiones. Estas consisten en definir quién decide qué asuntos son de interés público, cómo se deben adoptar y limitar las decisiones a los asuntos protegidos por el texto constitucional, por tratarse de derechos fundamentales, en especial derechos de las minorías y, en todo caso, debe estar presente el elemento de deliberación. 

Al dejar claro que la deliberación es esencial en el proceso de formación de la voluntad política, existen unos elementos comunes para entender que aquella se da en este contexto político. Primero, la extensión en la deliberación, particularmente sobre aquellos aspectos públicos relevantes, al darles el carácter de publicidad sobre todos los asuntos a tratar. Segundo, el sometimiento a las mismas reglas de juego para todos los intervinientes, así como la inclusión en la agenda de todos los temas en discusión, sin temas vedados. Allí se plantean propuestas haciendo críticas o aprobaciones con fundamentos respecto de los asuntos discutidos, donde se le da el mismo valor a la opinión de todos los intervinientes y se admite que su aceptación deviene de los mejores argumentos y no de la imposición. Tercero, la participación, el pluralismo y la inclusión son elementos esenciales de los sistemas democráticos, a través de los cuales el pueblo es capaz de encontrar soluciones a sus propias necesidades; participando es que se aprende a vivir y a decidir en democracia. Así mismo, se debe reconocer que entre ciudadanos existe la diversidad, particularmente en las preferencias, las convicciones o los ideales que nutren la discusión. Se debe evitar a toda costa la exclusión. De nada sirve que la ciudadanía pueda alzar su voz si esta no representa la realidad diversa de las personas que la componen (Paulina, 2021, pág. 16). 

Por último, las opiniones deben tener unos argumentos convincentes que puedan estar sometidos a la crítica o aprobación de los ciudadanos, y esta aprobación se da a través de la representación de forma directa (procesos constitucionales de participación ciudadana como referendos, plebiscitos, entre otros) o de forma representativa (a través del legislativo). Estos deben alcanzar un consenso motivado que refleje la solución más convincente, producto de la reflexión; eso sí, con la aprobación de las decisiones de las mayorías, pero ponderando de forma racional los argumentos antes de decidir. Solo así, los ciudadanos podrán ser conscientes de todas las dimensiones del problema en cuestión (Paulina, 2021, págs. 17 -18) y, por tanto, las decisiones públicas serán verdaderas resoluciones colectivas.   
¿Por qué es importante el proceso de deliberación que sucede en el ágora digital (periferia) para la formación de las políticas públicas? 

Deliberar, entonces, es una condición necesaria para implementar verdaderas decisiones colectivas, pero para materializarlas se deben racionalizar. Ahora bien, la racionalización es un flujo de comunicación en doble vía, compuesto por deliberaciones formales e institucionales para la toma de decisiones por parte de autoridades competentes (el centro) y la deliberación que ocurre en la periferia o espacio público informal (el ágora, la periferia). Es en esta última donde los ciudadanos deben tener importante resonancia en las instituciones centrales porque de eso depende su racionalidad (Paulina, 2021, pág. 19). 

Allí radica su importancia, la deliberación informal hecha en el ágora digital dota de racionalidad a las decisiones vinculantes adoptadas en el centro (legislativo). Este discurso sí cumplirá con las características mencionadas y reflejará la voluntad política de la periferia. Este es el papel fundamental de la deliberación en un sistema democrático.   
La deliberación en el ágora digital en Colombia 

Según datos los del reporte de We Are Social Inc. y Hootsuite, en Colombia los usuarios que utilizan redes sociales equivalen al 69% de la población –35 millones de ciudadanos–; las principales redes usadas por este conjunto son YouTube, Facebook, WhatsApp, Instagram y Twitter[3] 

Ante este panorama, dos estudios realizados por el observatorio de Comunicarnos sin daño de la Pontifica Universidad Javeriana: Acuerdo final para la terminación del conflicto y la construcción de una paz estable y duradera (2019) y Protestas (2022), y un estudio hecho por el Centro de Investigación en Comunicación Política de la Universidad Externado de Colombia (2012), Encuesta comunicación y participación política (2012), se enfocaron en analizar diferentes aspectos de la deliberación en el ágora digital en Colombia. 

El estudio realizado por el Centro de Investigación Política de la Universidad Externado consistió en encuestar a ciudadanos tratando de medir su percepción deliberativa al seguir las seis características de la deliberación: participación, respeto, calidad de los argumentos, evaluación del bien común, capacidad de ceder ante los mejores argumentos y sinceridad. Para las investigadoras, resultaba de gran importancia estudiar este fenómeno en Colombia por ser una de las democracias más antiguas en Latinoamérica y por desarrollar el conflicto bélico más prolongado en el mundo. Dicha investigación parte en afirmar que las sociedades más deliberativas son sociedades menos violentas. El uso político de internet (political internet use [PIU]) y las redes sociales pueden fomentar la capacidad de disposición de los ciudadanos para ceder ante los mejores argumentos, ya que están expuestos a mejores puntos de vista (Orozco Arbeláez, 2014, pág. 93). 

Los resultados obtenidos demostraron datos interesantes; por ejemplo, a mayor uso y discusión en el ágora digital (PIU), más deliberativos son los ciudadanos, particularmente aquellos que interactúan con usuarios cuyas posturas políticas son diferentes. Así, se desarrollaron habilidades como el respeto, la tolerancia y la interacción con diversos puntos de vista, confirmando la hipótesis del trabajo investigativo. Sin embargo, la exposición a diversos y mejores argumentos no garantiza que estos cedan a los suyos; lo que sucede es que «las predisposiciones se refuerzan», construyendo argumentos más sólidos por estar expuestos a ideas contrarias. Lo anterior, afirman las investigadoras, garantiza un ambiente más amigable para el debate público, pero, quizá, más polarizado; en especial porque la opinión pública está fuertemente influenciada por la información que circula en internet y en las redes sociales (Orozco Arbeláez, 2014, pág. 98). 

A su vez, el observatorio de Comunicarnos sin daño estudió el comportamiento de la información que circuló en el ágora digital, particularmente las redes sociales y diversos medios de comunicación, en dos eventos de trascendencia nacional. El primero, en 2016, fue la firma de los acuerdos de paz, específicamente sobre el punto quinto, el cual hace referencia a las víctimas y la Jurisdicción Especial para la Paz. El segundo, en 2022, fue el paro nacional surgido en el gobierno del presidente Iván Duque. El estudio se realizó a través de los instrumentos que se describirán a continuación. 

Con respecto a los acuerdos de paz, se analizaron 90 piezas de radio y televisión, 14 relatos vitales que incluían a líderes de Soacha y Villavicencio, y 18 trinos de líderes de opinión política. Para el objeto de este trabajo, se hace énfasis en los resultados derivados del análisis hecho a las redes sociales, los cuales se resumen así: 

Se evidenciaron rasgos de comunicación unidireccional, poco reflexiva, descontextualizada y altamente emocional, con opiniones polarizadas a favor o en contra, es decir, definidas por la contradicción que garantiza la afirmación de las relaciones con los seguidores y el mantenimiento de un protagonismo que marca la diferencia (Observatorio de Comunicarnos sin daño sobre el Acuerdo de Paz, 2019). 

De lo cual se puede afirmar que la interacción en las redes sociales se construye a través de identidades de grupo muy marcadas y excluyentes, apoyadas en la simplificación discursiva y las reiteraciones argumentativas en las que hay, frecuentemente, fuertes prevalencias emocionales. 

Por otra parte, con ocasión de los eventos acaecidos en el paro nacional, el estudio de los relatos digitales se enfocó en analizar seis eventos: el ataque y muerte del joven Lucas Villa; el presunto suicidio y agresión sexual de una joven en Popayán; «Puerto Resistencia» en Cali; la marcha del silencio; el anuncio y caída del proyecto «Matrícula cero», y las actividades culturales de los jóvenes dentro del paro nacional (Observatorio de Comunicarnos sin daño sobre los relatos del paro nacional, 2021).  

Los resultados obtenidos arrojan datos interesantes; por ejemplo, el 51.6 % de los trinos posee una visión polarizante sobre las historias. Se refieren a ellas como «bueno/malo», «correcto/incorrecto» o «negro/blanco». Ee90 % de los trinos maneja un lenguaje sencillo y directo, mientras que el 50% lo hace de manera generalizada. Cabe resaltar que dicha muestra se realizó a 80 trinos y 20 comentarios de cada uno de ellos, para un total del 1.600 respuestas e interacciones. 
Con base en los resultados obtenidos, si en Colombia existe una interacción frecuente por parte de los ciudadanos en materia política en el ágora digital ¿por qué existe una tendencia tan marcada de polarización?  

María Paulina Santacruz explica, desde una perspectiva teórica, que el ágora digital solo cumple dos de las condiciones necesarias para la deliberación: el carácter extensivo y la igualdad. Sin embargo, omite otras características como la participación pluralista e inclusiva, la argumentación, la motivación y la autonomía. Con ello, se «impide la racionalización de la voluntad política y, en consecuencia, pueden menoscabar el funcionamiento de la democracia» (Paulina, 2021, pág. 59). 

El debate puede ser extenso, así lo garantizan tanto las redes sociales como la libertad en los temas de discusión, que generan y garantizan una diversidad en los contenidos. Los ciudadanos encuentran una herramienta valiosa para discutir asuntos públicos en un plano de igualdad con los medios tradicionales de comunicación, sin importar el factor económico en esta ecuación, pues el acceso es gratuito.  

Sin embargo, esto no es suficiente, es necesario que exista pluralidad e inclusión en el debate, pues la deliberación debe propender por que los participantes puedan defender sus argumentos e intereses. No obstante, el modelo de negocio de las redes sociales, enfocado en la venta publicitaria, determina que las compañías propietarias de estas aplicaciones inviertan y dirijan «publicidad a sus usuarios», personalizando su contenido. Las aplicaciones crean espacios publicitarios hechos a la medida para segmentos específicos de usuarios. Se logra lo anterior a través de algoritmos, los cuales se perfeccionan progresivamente a medida que aprenden sobre el perfil del usuario y filtran la información que le muestran, de manera que se ajuste a sus intereses y preferencias (Paulina, 2021, págs. 62 y 63). Las compañías utilizan la información de los usuarios para vender espacios publicitarios hechos a la medida de sus intereses. Con ello, la deliberación y el carácter pluralista e inclusivo en la participación de discusiones colectivas, el intercambio de perspectivas entre partes, elemento esencial del pluralismo, no ocurre en el ágora digital. 

Entonces se forman «cámaras eco», o echo chambers, donde los individuos entran en contacto exclusivamente con contenido a fin sus creencias. Por lo tanto, su interacción digital se limita el eco de sus propias voces (Paulina, 2021, pág. 63), que ignora las perspectivas de quienes piensan diferente: 

La doctrina ha mostrado su preocupación frente a las redes sociales, ya que su funcionamiento dificulta la participación pluralista e inclusiva en las discusiones sobre asuntos de interés público y, en consecuencia, se convierten en un obstáculo para la deliberación y para la democracia (Paulina, 2021, pág. 61). 

Aunado con lo anterior, la argumentación tampoco es una característica presente en la deliberación, por lo cual el protagonismo, que antes tenía la palabra, ahora lo adquiere la imagen, lo cual evita que: «los ciudadanos reflexionen sobre los problemas complejos que requieren abstracción, los cuales son típicos en materia pública y decisiones colectivas» (Paulina, 2021, pág. 63). Así mismo, la cantidad de publicaciones por los usuarios genera una saturación de información que tiene como prioridad ganarse la atención de los demás por encima de justificar de manera adecuada sus ideas y propuestas.  

Por último, frente a esta característica, la inmediatez en la generación de contenido impide la posibilidad de hacer reflexiones y validaciones necesarias antes de plantear una propuesta o formular una opinión en una deliberación democrática. Estos elementos, que son anteriores a la formación de la voluntad y la opinión pública, han llevado a que la discusión en el ágora digital, la cual debería ser un espacio para el «debate crítico y racional» (Santacruz, 2021, pág. 65), se transforme en un espacio de publicidad donde la argumentación y deliberación brillan por su ausencia. Por esto, el debate carece de una motivación válida a la conforme con la deliberación en la democracia; estas decisiones deberían estar motivadas en los argumentos más convincentes que surjan de la ponderación de las posturas de los ciudadanos afectados, ya sea directamente o a través de sus representantes (Paulina, 2021, págs. 63 - 65) 

Para Santacruz, la opinión que se forma en estos espacios, sin las condiciones para que surja una verdadera deliberación, será la confirmación de ideas y juicios preexistentes, pues en estos no se contrarrestan los sesgos individuales de información. Deliberar es un mecanismo para que las decisiones colectivas en una democracia, después de ser confrontadas y criticadas desde diversos puntos de vista, puedan ser verdaderas decisiones. Así, la interacción en el ágora digital no permite que los ciudadanos ejerzan una reflexión crítica antes de adoptar decisiones que afecten a la colectividad.  

Para concluir el análisis teórico, la autora expone que la autonomía es otra característica ausente en la deliberación en el ágora digital. La opinión pública y las decisiones de los ciudadanos deben obedecer a la fuerza del mejor argumento y debe estar exento de coerción; sin embargo, dos factores del funcionamiento le restan autonomía a las discusiones que en ellas tiene lugar. Por una parte , la facilidad para crear cuentas y emitir contenido; por otra, el uso de algoritmos para influir en las posturas políticas de los ciudadanos bajo la idea de vender publicidad personalizada (Paulina, 2021, pág. 67), lo cual, para la autora, es aprovechado por quienes buscan influir en las agendas e incendiar las discusiones a través del uso masivo de «bots» (Santacruz, 2021, pág. 67) (Paulina, 2021, pág. 71). Estos son cuentas automatizadas creadas para actuar masivamente como individuos en las redes sociales, con el fin de distribuir información y generar corrientes de opinión de manera artificial. Se logra lo anterior al utilizar algoritmos que influyen en posturas políticas de los ciudadanos bajo la idea de vender publicidad personalizada. A través de la recolección de información de diversas fuentes digitales, junto con el análisis de sus gustos y preferencias, se proyecta a cada usuario propaganda pagada por campañas políticas. Esta influye en sus opiniones, ideas y perspectivas, casi de manera desapercibida, a partir de la sugerencia de artículos para leer, candidatos e iniciativas por quién votar. Las redes sociales les quitaron el control editorial a los medios tradicionales. Los ciudadanos ahora pueden poner temas sobre la mesa con respecto al debate público; sin embargo, el uso de bots, de algoritmos, que influyen en las posturas políticas de los ciudadanos, generan circunstancias que le están restando autonomía a los asuntos colectivos y su deliberación en las redes sociales, perdiendo la capacidad de determinar a dónde dirigen sus debates (Paulina, 2021, págs. 67 – 68), la discusión en el ágora digital no obedece a un proceso deliberativo.    

Por lo tanto, la nueva periferia digital –ágora digital–, al incorporar tan solo dos de los seis elementos necesarios en el componente deliberativo en la democracia, permite evidenciar desde una perspectiva teórica que el funcionamiento actual de las redes sociales no presenta las condiciones necesarias para la deliberación. Por el contrario, evita la racionalización de la voluntad política en la periferia, genera polarización y se convierte en una herramienta para debilitar las democracias.   
Bibliografía
[1] Gómez-Restrepo, C. [y otros tres]. Comunicarnos sin daño: convivencia y salud mental - Segunda edición. – Bogotá: Editorial Pontificia Universidad Javeriana, 2020. https://repository.javeriana.edu.co/handle/10554/51764  

[2] Santa Cruz M., (2021)., El Ágora digital: Deliberación y democracia en la era de las redes sociales., https://repository.javeriana.edu.co/bitstream/handle/10554/53330/Santacruz%20Salazar%2c%20Maria%20Paulina.%20El%20a%cc%81gora%20digital.%20Deliberacio%cc%81n%20y%20democracia%20en%20la%20era%20de%20las%20redes%20sociales.pdf?sequence=2&isAllowed=y 

[3] Reporte de We Are Social Inc. y Hootsuite, Digital 2020: Colombia (17 de febrero de 2020). Disponible en: https://datareportal.com/reports/digital-2020-colombia 

 

 
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